A las dosis habituales es útil contra bacterias y virus, pero no contra
protozoos ni sus formas quísticas, para estos últimos son necesarias dosis más
elevadas que darán mal gusto al agua; además, el cloro es relativamente lento y
se inactiva parcialmente por las substancias orgánicas presentes en el agua. Se
utiliza lejía (hipoclorito sòdic).
El cloro no sólo es uno de los desinfectantes más efectivos para el agua
potable, sino también uno de los más baratos. Es muy eficaz contra las
bacterias relacionadas con enfermedades transmitidas por el agua. Sin embargo, no
tiene buenos resultados contra la erradicación de los virus que transitan por
el agua sin potabilizar.
Para evitar este problema,
es recomendable filtrar el agua antes de la cloración. La forma más sencilla de
aplicar cloro al agua es con pastillas o en soluciones. Después de la
aplicación del hipoclorito, el agua debe mezclarse bien y dejarse reposar
30 minutos para que el cloro entre en
contacto con los microorganismos.
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